La Antártida se tropicaliza. La siembra de hierro en sus aguas no frena el calentamiento global - telecauquenes - Noticias de Cauquenes, Chanco, Pelluhue y la región del Maule

Ahora

LO ÚLTIMO

Responsive Ads Here

julio 15, 2011

La Antártida se tropicaliza. La siembra de hierro en sus aguas no frena el calentamiento global

La Antártida es el continente más frío, ventoso y seco del planeta. La temperatura media anual en la gran meseta interior es de -50º C. Aun así, cerca de la costa, rara vez se llegan a los -40º C en invierno. En verano, en cambio, las islas y las zonas costeras registran temperaturas más "agradables", sólo de unos pocos grados bajo cero. En los últimos veinte años, debido al calentamiento global, las máximas de 8º C se están convirtiendo en normales. El fuerte viento es constante y puede llegar a los 300 km/hora.

Las aguas de la Antártida también se están calentando. El mar de Weddell, en la Antártida, se está “tropicalizando” de acuerdo a las mediciones puntuales de científicos a bordo del buque oceanográfico alemán Polarstern. Al comparar los datos de años anteriores, el investigador Eberhard Fahrbach destaca que en los últimos 26 años se registra un calentamiento medio en toda la columna de agua en el mar de Weddell de seis centésimas de grado.

"Puede parecer un aumento de temperatura pequeño, pero como se extiende hasta aguas muy profundas, supone un volumen considerable de calor acumulado en el océano", dice Fahrbach.

El barco Polarstern finalizó una campaña antártica de siete meses de duración en la que participaron 200 científicos de instituciones de 15 países, según señala el Instituto Alfred Wagener (IAW).

Las investigaciones efectuadas en el Antártico desde este buque científico, considerado como una referencia internacional, se desarrollan en el marco de los programas internacionales de observación a nivel planetario para una mayor comprensión del impacto de los mares del sur del planeta (en este caso en el sector del Atlántico) en el cambio climático.

De acuerdo a Fahrbach del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), de Naciones Unidas, más del 80% del calor adicional que absorbe por la Tierra por el aumento de las concentraciones de gases de efecto invernadero se acumula en la capa superior del océano (una profundidad de 1.500 metros). “Ahora se puede demostrar que el océano profundo, un volumen enorme de agua, también se ha visto afectado en este proceso". Los científicos a bordo del Polarstern han realizado múltiples sondeos para medir temperatura del agua, salinidad y otros parámetros. Además, han revisado la red de sensores en boyas desplegadas en el mar de Weddell, que transmiten los datos vía satélite.

El último experimento del Polarstern cuyos resultados de ser positivos son bastante irrelevantes

El Polarstern es uno de los buques más modernos y adaptados para estudiar el cambio climático en esta zona del Atlántico. Hace tiempo se le encomendó el mayor experimento realizado hasta la fecha de fertilización de las aguas con hierro como posible medio de lucha contra el cambio climático.

Se trataba de comprobar con garantía científica cómo afecta al crecimiento del fitoplancton (diminutas algas unicelulares) y a sus consecuencias el vertido de seis toneladas de sulfato de hierro en polvo (como el que se vende como abono para plantas) en un área de 300 kilómetros cuadrados. "Nuestra labor es inspeccionar uno de los remolinos del mar de Weddell para decidir si vale la pena hacer el estudio de la siembra de hierro. Ni nosotros estamos seguros pero el alza de la temperatura en las aguas están constantes que hay que hacer cualquier intento para frenarla” -explicó desde el barco el científico Victor Smetacek- codirector de la expedición.

El fitoplancton no sólo representa la base de la alimentación de la vida marina, sino que también desempeña un papel clave en la fijación o absorción del dióxido de carbono (gas de efecto invernadero) presente en la atmósfera. Si el hierro induce la proliferación de las algas y éstas absorben más dióxido de carbono, la fertilización del agua sería una forma de lucha contra el calentamiento global.

Ante los intentos de hacer experimentos descontrolados de este tipo, con fines comerciales, dos tratados internacionales -el Convenio de Londres y la Convención sobre la Diversidad Biológica- pidieron en 2008 más investigación sobre los procesos implicados. Con el experimento Lohafex (loha es hierro en hindi), en el que participan biólogos, químicos y físicos, se intentó comprender mejor el complejo papel de los ecosistemas marinos en el ciclo del carbono. Se estudió en detalle, con instrumentos avanzados, el desarrollo y el impacto ambiental de la proliferación del fitoplancton y dónde termina el carbono que se hunde con la biomasa planctónica hacia el océano profundo.

A bordo del Polarstern, de 120 metros de eslora, van 48 científicos, de los cuales 30 son indios, ya que Lohafex se enmarca en un acuerdo de colaboración entre instituciones científicas de la India, Europa y Chile firmado hace años en Nueva Delhi.

En aguas más al sur que las actuales se han realizado ya cinco experimentos de fertilización con hierro en los últimos ocho años, que han abarcado zonas mucho más pequeñas. En ellos se indujo un aumento del plancton similar al que produce el hierro contenido en el polvo atmosférico continental al caer en el mar o un iceberg que se derrite (en el que previamente se ha estado depositando polvo). Los resultados hacen creer a los científicos que el actual no producirá un impacto ambiental peligroso.

Más sobre

"Hemos elegido una zona más productiva que las anteriores porque queremos estudiar el impacto de la fertilización en una comunidad de plancton diferente", explica Smetacek. "Hay más krill [diminutos crustáceos] y también más ballenas, focas y pingüinos, que se alimentan de krill". En parte, el experimento pretende averiguar si el gran declive observado en el krill desde que las ballenas azules fueron diezmadas hace unas décadas en esta zona está relacionado con esta reducción o se debe sólo al calentamiento global. Smetacek cree, y así lo ha publicado en español que las ballenas ejercían un papel de abono, manteniendo una continua disponibilidad de hierro para el plancton en las aguas superficiales.

Tras 45 días de trabajo, el barco oceanográfico atracó en Punta Arenas, en Chile. No se han publicado los resultados finales de la siembra de hierro en el suroeste del Atlántico.

Los científicos al observar el ecosistema se fijan en las zonas alteradas. Los organismos de las aguas antárticas están adaptados a vivir en condiciones de muy bajas temperaturas pero también muy constantes, y ahora las condiciones están cambiando rápidamente, señala el IAW.

A partir de 2007 no solo el Polarstern sino alguna empresa comercial como Planktos, Inc. intentó verter hierro con el mismo motivo en mar abierto al Oeste de las Islas Galápagos y en las Islas Canarias, durante todo un año, el debate se extendió a todos los foros científicos y de políticas ambientales y oceánicas del sistema internacional.

Las conclusiones, coincidieron abrumadoramente en advertir que no se puede determinar aún la cantidad de carbono que sería capaz de sustraerse con este método, y que su implementación a gran escala podría tener consecuencias ambientales negativas, que no han sido debidamente analizadas.

La contundencia de tales respuestas fue suficiente para refrenar a las empresas comerciales ansiosas por avanzar en sus planes. El Polarstern como otros muchos científicos a bordo de otros buques debieron perder interés y la siembra de hierro no ha tenido ninguna repercusión a nivel internacional.

También la literatura de ficción desde Edgar A. Poe hasta Julio Verne ha pensado en la saga de la Antártida. Pero las aventuras a veces terminan mal

En estos mismos escenarios helados se desarrollan tres grandes obras literarias que tienen como nexo al personaje de ficción Arthur Gordon Pym creado por Edgar A. Poe en 1838. La literatura posterior de esos paisajes inhóspitos ha tendido siempre como modelo a Arthur Gordon Pym que es como decir Spiderman o Superman. Las dos obras más importantes son la de H. P. Lovecraft titulada “En las montañas de la locura” (1931) que es como una segunda parte de la obra de Edgar A. Poe. También Julio Verne se inspiró en Pym en la obra “La esfinge de los hielos” (1897). Ambos autores intentaron continuar el relato de las peripecias de Pym donde Poe las dejó interrumpidas.

Pero también en la vida real algunos aventureros tal vez involuntariamente intentaron rehacer ellos mismos la mítica historia de Pym. Y así la Expedición Endurance (1914-1916).

El marino inglés Shackleton encabezó la “Expedición Imperial Trans-Antártica” que terminó mejor que la odisea de Pym después de pasar calamidades similares. Esta expedición tenía el objetivo de atravesar la Antártida desde un lugar cercano a la Bahía Vahsel, al sur del Mar de Weddell, alcanzar el Polo Sur y continuar hasta la Isla de Ross en el extremo opuesto del continente. Todos los planes fracasaron cuando el barco Endurance quedó atrapado en el hielo cerca de la Bahía Vahsel. Más tarde quedaría encallado por bloques de hielo y aplastado por estos, lo que obligó a la tripulación del barco y a los miembros de la expedición a realizar un viaje épico en trineo atravesando el helado Mar de Weddell. Posteriormente lograron llegar en bote hasta la Isla Elefante, en el archipiélago de las Islas Shetland del Sur, donde vivieron una serie de aventuras todavía más reales que la ficción de Pym.

Los 22 hombres que permanecieron en la Isla Elefante fueron rescatados por el buque chileno Yelcho el 30 de agosto de 1916, tras tres intentos fallidos a causa de la meteorología adversa. Toda la tripulación del Endurance sobrevivió y la aventura fue retratada exhaustivamente por el fotógrafo australiano Frank Hurley.

En la historia de la Antártida hay personajes fascinantes que han perdido la vida y han sido olvidados porque como en el desierto del Sahara la vida en esos lugares es imposible virtualmente para el ser humano.

Post Bottom Ad

Responsive Ads Here

Pages